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Los cuentos de Arturo Sigüenza recogidos en un volumen titulado por uno de ellos son contundentes y definitivos. La imaginación de Sigüenza es de tal manera fecunda y polifacética que los cuentos que componen este libro no tienen otro común denominador que la voluntad de ser distintos, lo que, milagrosamente, no va en detrimento de la unidad de volumen. Es un libro deliberadamente misceláneo en el que campean lo mismo el erotismo insatisfecho que la ingenuidad infantil; las alucinaciones cósmicas que las alegorías teológicas; el humor oscuro y las metamorfosis.