La correspondencia del poeta, dramaturgo y ensayista sonorense Abigael Bohórquez (1936-1995) permite comprender la trayectoria afectiva, intelectual y estética de un hombre del siglo XX que permaneció al margen de los círculos literarios, pero que no pasó inadvertido debido a su desafío literario y sexual. Con la publicación de la correspondencia de Bohórquez (junio de 1956 a mayo de 1993) se establece un correlato entre la vida y obra del autor, tanto por las misivas que escribe como por las que recibe. Es a través de su obra literaria que el sonorense existe, pero sus cartas y recados lo complementan como individuo y escritor a contracorriente de la estética imperante de su época. En este libro encontramos un diálogo diferido entre las voces que participan, ya sea como remitentes o destinatarios. Publicado por primera vez, este libro abre vasos comunicantes que facilitan la comprensión del autor y sus quehaceres artísticos y cotidianos. El lector encontrará un retrato íntimo sobre un escritor mexicano que en años recientes ha sido revisitado por sus lectores y nuevos críticos. Corresponde al lector de este tomo recoger los fragmentos de una vida intensa que terminó a los 59 años de edad y, a partir de la revisión de su legado literario, construir un diálogo con el autor y su mundo.
Si bien el teatro producido en los colegios novohispanos de la Compañía de Jesús tuvo finalidades esencialmente pedagógicas y doctrinarias, algunas obras se planearon para actos festivos circunstanciales de trascendencia y llegaron a un público más amplio y receptivo, como demuestran la Tragedia del triunfo de los santos de Pedro de Morales, la extensa producción teatral de Juan de Cigorondo, las composiciones de Bernardino de Llanos, la Comedia de san Francisco de Borja de Matías de Bocanegra o esta anónima Vida de san Ignacio de Loyola. La Vida de san Ignacio de Loyola: comedias primera y segunda se presenta en este volumen en una edición modernizada y anotada, acompañada de un estudio introductorio y algunos apéndices. Con ello, esperamos que el lector goce la oportunidad de conocer esta acabada muestra de la dramaturgia jesuita de la primera mitad del siglo XVII y vea cómo se aprovechó la figura de Loyola como modelo moralizante de virtudes, pero también como personaje de gran utilidad escénica al bordear espectacularmente los planos terrenal y sobrenatural a lo largo de los poco más de ocho mil versos que la integran.