Para disfrutar de estas Canciones en voz baja, de Alicia García Bergua, poeta cuya voz se consolida cada vez más en la poesía mexicana actual, es necesario apartarse del ruido y el tráfico que nos rodean y disponerse a entrar en un mundo de observaciones detalladas sobre la realidad, que poema a poema van destruyendo los hilos en que nos vamos deslizando insensiblemente en asombros cotidianos, constantes, trazados en versos escritos con la difícil sencillez que caracteriza la obra de esta autora.
Leemos en un poema que "somos tolvaneras de partículas, /árboles pelados tratando de alcanzar/ hojas que vuelan", y esa lección de terredad, de humildad sustantiva, como quería el gran venezolano Eugenio Montejo, se nos repite y ahonda en estas Canciones... de Alicia García Bergua.
Detrás del mundo de ilusoria transparencia que se recrea y crea en los poemas, hay una cantidad de inquietudes que quedan sembradas en el lector, como la de la persistencia de la memoria como ancla salvadora frente a la erosión de los años; la atención al cuerpo, su apogeo y decadencia; la compañía de los muertos, visibles si queremos seguirlos escuchando.
Desde su segundo libro de poemas, La anchura de la calle, de 1996, García Bergua ha sabido unir la sensibilidad con el pensamiento, la reflexión con el énfasis en los detalles más pequeños e importantes que nos rodean, con el agua, los árboles, la vida animal, la compañía de nuestro propio cuerpo, a quien con frecuencia tratamos como a un desconocido. Compuesto con el oficio de muchos años dedicados a la escritura poética, este libro nos enseñará tal vez a caminar de otra manera por el mundo, dando más importancia a la imaginación, al sueño, al cuerpo, a todo lo que nos rodea, al conjunto de los complejos mundos que nos forman.