La filosofía, salvo contadas excepciones, se ha ganado la fama de disciplina abstrusa; su rigor y la complejidad que ha adquirido a través de la historia han terminado, para su desgracia, por volverla inexpugnable para los no iniciados. Y, sin embargo, los asuntos que aborda son, precisamente, los que inquietan y han inquietado siempre a cualquier persona. Este triste binomio: la necesidad de entender y la imposibilidad de comprender lo que dicen los filósofos ha creado las condiciones para que florezcan infinidad de charlatanes que inundan el mercado editorial.
Ante este panorama hacía falta que un filósofo profesional, dueño de una sólida cultura en muchas materia , asumiera la tarea de acercar la filosofía seria a la gente de carne y hueso, es decir, que hiciera suya la auténtica vocación socrática: ese arte de preguntar que lo mismo aclara que fulmina. El oficio de la duda de Esther Charabati se inscribe felizmente en esta dirección: la que reúne la filosofía con la vida.
El conocimiento de uno mismo, las normas y la transgresión, el amor, la melancolía, la libertad, el odio, el miedo, la vergüenza, los prejuicios, la tolerancia, el tiempo y el diálogo son algunos de los temas con los que la autora —artífice del primer Café Filosófico en México— nos brinda la oportunidad de que el mundo y los demás se tornen más inteligibles y nosotros no nos demos tan fácilmente por consabidos. (ÓSCAR DE LA BORBOLLA).